27/12/12

Adieu, 2012!


Llegamos a otro fin de año y nos enfrentamos nuevamente ante los mismos rituales tradicionales de saludos y promesas que no vamos a recordar ni vamos a cumplir. No imagino que la fecha tenga algún efecto real sobre el curso que tomen nuestras vidas pero nos empecinamos en cargarle toda la presión de lo que no logramos hacer y todo lo que esperamos poder lograr el año entrante. Sería mucho más fácil si simplemente hiciéramos aquello que nos proponemos en lugar de buscar excusas y culpas en factores externos. Pero no, no es así como funciona el largo camino de patear la voluntad para el año que viene esperando que también podamos patear el tiempo y todas las responsabilidades que vienen inevitablemente en el combo de  simplemente ser.

El año pasado recuerdo haber escrito sobre este mismo tema, esperando contagiar ese impulso a actuar, y si bien el cambio fue mínimo, puedo decir orgullosamente que hubo varias cosas que finalmente ocurrieron, y fue gracias a que hubo gente que se decidió a dejar de esperar que todo pasara por arte de magia.
Una de las cosas que siempre me llamó la atención de la gente, es el increíble poder que tiene la voluntad. Lo mucho que puede hacernos aguantar, o lo fácil que pueden derrotarnos cuando no la tenemos. Lamentablemente también soy humana, y todavía no entiendo cuál es el mecanismo requerido para "activar" estas fuerzas que luchan por nuestras metas...Son muchos los días todavía en que me despierto y me planteo si hay algún sentido en levantarse y cumplir otro día en la rutina, dejar pasar las horas repetitivamente hasta que vuelva inevitablemente al mismo punto de partida en mi cama para dormir sin esperar a que el sueño me haga quererlo. Pero, este año pude ver un poco más allá del día a día y de los desganos rutinarios. Este año mi gran logro fue vislumbrar el panorama desde mayor altura e identificar dónde estoy, hacia dónde quiero ir, y descubrir con indescriptible alivio que me encuentro en el camino correcto que une ambos puntos.
En mi experiencia personal esta meta se refiere a la música.
Tuve un año como bien predije de definiciones y comienzos. Comencé nuevos proyectos, grupos, actividades y más que nada definí mi vocación y total pasión por la música.

¿A qué lleva todo esto? Simplemente a que quiero compartir la lección más importante que aprendí en los últimos tiempos con la esperanza de que pueda incentivar aunque sea mínimamente ese fueguito interior que tenemos de motor:
Es fácil, es muy muy fácil dejarse estar. Es muy simple encontrar errores, juzgar, criticar y rechazar. Es muy básico dejar las cosas de lado por hoy, porque total siempre tenemos mañana, y así continuamente...Es muy fácil convencerse de que no somos suficientemente buenos, que siempre va a haber alguien mejor, que ya hay gente mucho mejor y no animarse ni siquiera a intentarlo porque a lo mejor si llevaba tanto esfuerzo ni era una buena idea para empezar...
Hasta que ese día llega.
Hasta que nos cae ese momento en que vemos que estamos igual que siempre, en lugar de estar donde querríamos si tan sólo nos hubiéramos puesto a caminar ese trecho de distancia. Ese momento siempre llega, y casi siempre llega para ser un golpe amargo de realidad; para avivarnos de que el tiempo no espera a nadie ni va a hacer una excepción por nuestro retraso.
Siempre fue más fácil darse por vencido...¿valdrá la pena seguir intentando?
Entonces llega un día en el que después de tantas horas haciendo pequeñas melodías nos presentan una obra entera. Y en lugar de estar en un aula a solas con el profesor somos parte de una orquesta frente a un público masivo. Y somos Esa otra persona, para alguien más...Nos convertimos en ese ejemplo a seguir de otro que nos mira desde lejos creyendo que nunca va a ser bueno para ocupar nuestro lugar, imaginando que seguramente nacimos sabiendo las escalas y maravillándose de cómo hacemos sonar ese mismo pasaje que pasamos horas puteando a punto de quemar las hojas.
Me es prácticamente imposible describir la satisfacción que uno siente, cuando se encuentra del otro lado de la escena. Cuando confirmamos que todo el camino realizado nos llevó en efecto a ese lugarcito en el escenario donde soñábamos estar. La inmensidad de la vocación, que nos da el impulso para soportar cuanto ejercicio tengamos que hacer, cuanta clase tengamos que recursar, cuantas salidas tengamos que rechazar por finales, etc.
Se aplica a todos los casos en todas sus variantes, el principio es siempre el mismo: Las cosas no suceden por arte de magia, pero la voluntad y la constancia sí logran resultados mágicos.

Este año no tengo mejor deseo que desearles fuerza de voluntad. Voluntad para sincerarse con su vocación, para definir sus metas, y para animarse a alcanzarlas.
No va a ser simple. Es difícil, pesado, complicado, frustrante, y un millón de cosas más. Y no es nada comparado con lo que genera cosechar sus frutos.
Que el 2013 los encuentre incómodos, ansiosos, y curiosos por descubrir todo lo que está más
allá de las breves satisfacciones de cada día, y los impulse a correr detrás de mayores obstáculos donde se esconde la genuina felicidad.


Es el fin del mundo sólo si lo permitimos.

Hasta la próxima, si así lo desean.
Au revoir!.-

7/12/12

La trampa





*Advertencia: Para leer este texto, uno debe saber que habrá consecuencias.





*Luego de esto, no habrá vuelta atrás. 





...Todo comienza con un libro. La insistente curiosidad de desobedecer las señales y aventurarse a tal peligro que suena incluso divertido. Es inevitable creer que somos la excepción, que vamos a ser aquellos que cambien la historia...Es inevitable que fallemos en ese cometido.
    Este libro, de todas las palabras escritas en el mundo, tenía la recopilación de las más secretas y reveladoras. Fueron pocos los segundos que me llevaron de la tentación al apresurado acto de leerlo.
    No era mucho al principio, pero ninguno lo es; es la intriga y la expectativa lo que nos prepara para lo que estamos por experimentar. En silencio, en un ambiente de aparente quietud fue poco a poco que comencé a notar las similitudes entre aquél personaje y yo. No sería muy novedoso tampoco ya que no era de lo más particular. Una persona más bien reservada, de poca vida social, con gustos ajenos a la mayoría, con valores olvidados por el mundo, y francamente con un aspecto fácilmente ignorado por éste también: contextura normal, estatura más bien baja, cabello oscuro y una vestimenta opaca en colores.
    Pero no era sólamente una descripción lo que llamaba mi atención. A medida que seguía leyendo esos párrafos continuaban citando fragmentos de mi vida que desafiaban las casualidades. Desde un encuentro totalmente accidental, ese texto parecía estar escrito para mí, mencionando mis pasatiempos artísticos tanto como mi entorno familiar en su justa medida distante. 
   Con el correr de los párrafos y mientrás más me adentraba en la lectura noté ya muy tarde que esa advertencia sólo intentaba salvarme. El libro no estaba siendo escrito por nadie más que por mí mismo, llevándose consigo en cada palabra una parte más de mi alma. Me fui vaciando lentamente sin poder despegar la vista del papel como bajo un hechizo, pues me rehusaba a creer que sería capaz de caer en tal vil engaño. Y efectivamente fue muy tarde. 
    Terminé la lectura con una sensación de vacío y desconcierto tan profunda que la vida misma me pareció insoportable. A veces el universo esconde sus misterios bajo las formas menos imaginadas y es nuestra soberbia la que nos condena a descubrirlos.
    Algunas personas poseen la capacidad de tomar de otros aquello que codician...quienes venden su alma terminan por utilizar sus adquiridos poderes en tratar de recuperarla. No fui más que un eslabón en una larga cadena de desafortunados lectores. El arte que tanto moldeó mi ser terminó por desintegrar mi espíritu y encadenar este cuerpo a una infinita tarea de recuperar lo que es mío. 
    Horas, días y décadas habrán pasado hasta que esa misma curiosidad invada a alguien más. Para cuando hayas llegado a estas líneas, lector, espero que haya surtido efecto mi desesperado deseo de libertad. 
    Todo comienza con un libro, y todos los libros deben terminar. Esta página termina con un agradecimiento por haber escrito esto conmigo y haberme cedido en pocas líneas aquellos que tanto te hará falta. Una disculpa tal vez sería apropiada, ya que mi ansiedad me impide crear fachadas más ficcionales o duraderas...Pero también te deseo suerte, ya que careces de precaución tanto como yo.
    Suerte para crear una trampa igual de eficaz, que lleve a un nuevo ingenuo a desafiar las advertencias.